Cuando el cuerpo arde por dentro, ese calor acosa el espíritu.
El aire ya no llega por aquí. El fuego lo ha consumido y luego se ha reído, haciendo figuras con su desfigurado rostro. Cortantes y emblemáticas palabras susurró cuando por fin enloquecí: "eres de los nuestros" dijo con soberbia, para después esconderse entre mis venas. "Tengo sed" gritaba de lejos con angustia. Pero bebió agua y se murió. Así es el fuego, dicen.
18.6.04
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