28.2.05

Papa frito

Con todo lo del Papa, algo me pasa cuando escucho hablar en demasía asuntos relacionados con la Iglesia. Tal vez tiene que ver con las instituciones en general, pero en especial, con la Iglesia. Quizás será porque odio el paternalismo, los sermones y las cátedras de moral. Será porque detesto las ambiciones de poder escondidas en acciones de buena voluntad (y hasta por ahí no más). Será porque la Iglesia tiene un largo historial de sedición, han sido amantes de dictaduras y ha torturado y matado en nombre de Dios. Será porque todos los día domingo cogotea sus pobres fieles en templos majestuosos y bien decorados. Será porque tiene entre sus más altas filas a oscuros personajes como el Cardenal Medina, un reconocido seguidor de Pinochet, amante de la censura… un hombre con poco sentido común y quien será el encargado, al parecer, de dar al mundo el nombre del nuevo Papa cuando el actual muera. Aquí una salvedad. Cuando me refiero a "Iglesia", hablo de ella como ente partícipe de los procesos culturales. Por lo tanto, no desconozco la gran responsabilidad de algunos sacerdotes como positivos actores sociales en tiempos duros, no sólo en Chile.

Es cierto que ya estamos todos curados (o sea, me gustaría creer) acerca del rol de los medios de comunicación como marcadores de pauta de la opinología nacional. Entonces, cuando tenemos en portada a un Papa agónico, casi patético, víctima de una Iglesia que se hace la víctima y un mundo entero rezando, como esperando un milagro, el que se pone a rezar por que todo esto termine luego, soy yo.

Los réditos de esta situación la Iglesia los sabrá recibir de buena forma. Total, su negocio siempre ha sido la pena.

¿Se nota que es lunes?